Fue en Marruecos, en un viaje por la zona sur del país, cuando ibamos a pasar la noche en el desierto del Sahara. Nada hacía pensar que se estuviera organizando una tormenta de arena 30 minutos antes.
Poco a poco se fue oscureciendo el horizonte.
Tenía la sensación de que sería una tormenta de agua como las de aquí, pero el guía sabía perfectamente lo que era y nos lo dijo de inmediato. Tormenta de arena.
Esas palabras, para una persona que no tiene relación alguna con el desierto sonaban tan exitante como desconcertante. El cielo se oscurecía cada vez más y más. Las primeras rachas de viento y arena nos alcanzban sin poder hacer nada.
El coche iba lo más deprisa que podía por esa zona. En ese momento, pensé que sería buena idea en hacer un pequeño video del momento en que la teníamos ya bastante cerca.
Yo lo estaba flipando. Era como estar dentro de la película de "oceanos de fuego".
El frente de la tormenta era increiblemente largo y alto.
Poco a poco la luz se retiraba y empezaba a alcanzarnos las primeras rachas de viento y arena.
No podía creer la suerte que había tenido.
Sin esperarlo, se cubrió el sol y se hizo la oscuridad.
A partir de aquí, por los nervios, o vete a saber porqué, ya no saque más fotografiás. A los pocos segundos ya no veíamos absolutamente nada. Ver al guía nervioso y ese momento de no ver nada en absoluto me eriza todavía la piel. No se veía nada de nada. las fotos no valdrían de nada porque repito, no se veía. Solo arena por todos lados y el coche moviéndose por la velocidad que llevaba y la del viento. Sin previo aviso el chofer pego un frenazo enorme y se paro justo delante de un terraplén inclinadísimo y comenzó a decir “ ho ho perdiu en el deserto, una y otra vez en voz baja. Fue ahí cuando mi novia empezó a decirle que hiciera lo que fuese pero que diera marcha atrás, que nos sacase de allí. Yo estaba flipando, pletórico, eufórico, es indescriptible lo que sentía. Posiblemente seria la única vez que fuera al Sahara y quería que ocurriera eso, necesitaba que ocurriera eso. Tenia la confianza que eso es solo viento y arena, pero el miedo de perdernos en un desierto que esta a 50km de la frontera de Argelia me empezaba a preocupar, mas aun cuando estuvimos varios km corriendo sin dirección alguna, sin ver a 5 metros y buscando señales de huellas de otros coches o carriles, cosa inútil ya que el viento las borraba de inmediato. Después de unos minutos intensísimos, la tormenta aflojo un poco y apareció un carril, lo seguimos y pareció verse una figura de un edificio. En ese momento se ubicó el chofer y llegamos sin ningún altercado más al punto de reunión. Todavía estaba la tormenta con una fuerza considerable y no nos permitían salir de la kasbah. Al rato empezó a disminuir y pudimos salir un poco. En esta foto se aprecia como no se había calmado del todo y teníamos que cubrirnos con los turbantes para estar por fuera..
Al final se fue la tormenta y el dia se quedó despejado como si no hubiera pasado nada. Cogimos los dromedarios y nos adentramos en el desierto para pasar la noche en una haima.
Llegamos antes del anochecer al campamento y decidí subir a la parte más alta de la duna para ver el desierto desde esa altura. Subir una enorme duna de arena suelta fue una auténtica paliza pero no me arrepiento en absoluto.
Las vistas eran impresionantes.
Salud
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